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Fiesta del Bautismo del Señor

  • Foto del escritor: Santuario San Judas Tadeo
    Santuario San Judas Tadeo
  • 12 ene
  • 3 Min. de lectura

12 de enero


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Ya en el año 300, la Iglesia oriental celebraba la Epifanía y el Bautismo de Jesús el 6 de enero, mientras que en la Iglesia occidental esta fiesta se mencionaba en la Liturgia de las Horas. Con la reforma litúrgica de 1969, la fiesta se fijó en el domingo siguiente a la Epifanía. En los países donde la Epifanía no es fiesta civil, la celebración se traslada al domingo entre el 2 y el 8 de enero, y la fiesta del Bautismo de Jesús, al lunes siguiente a la Epifanía.


Con la fiesta del Bautismo de Jesús finaliza el Tiempo de Navidad, aunque queda abierta una "ventana" el 2 de febrero, día en el que se celebra la Presentación de Jesús en el Templo (conocida popularmente como "Candelaria").


Del Evangelio según San Lucas

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban si Juan no sería el Mesías, él tomó la palabra y les dijo: «Yo los bautizo con agua, pero viene uno que es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de desatar la correa de sus sandalias; él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego».

Todo el pueblo se hacía bautizar, y también fue bautizado Jesús. Y mientras estaba orando, se abrió el cielo, y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma. Se oyó entonces una voz del cielo: «Tú eres mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección». (Lc3,15-16.21-22).

Experiencia del pueblo

Es interesante observar que el evangelista Lucas señala que el bautismo de Jesús fue una experiencia compartida con el pueblo: "Todo el pueblo se hacía bautizar". Mediante su participación en el bautismo, Jesús manifiesta una profunda solidaridad con el pueblo pecador desde el principio de su misión: Jesús vino a  tomar sobre sí los pecados de la humanidad.

El bautizo

A diferencia de los demás evangelistas, Lucas no se detiene en el momento del bautismo, sino que lo deja en un segundo plano, con una breve frase: "También fue bautizado Jesús". Lo que el evangelista desea destacar es la actitud de Jesús: “estaba orando”. Un tema especialmente querido por Lucas y sobre el que volverá a menudo en el Evangelio. En ese momento de oración, Jesús recibe el don del Espíritu y es confirmado por el Padre, que reconoce que es "el Hijo amado" y que ha depositado en Él su "predilección", es decir, su confianza. Es una forma de indicar que su acercamiento solidario es la razón por la que fue enviado.

Oración

En el contexto de la oración, Jesús recibe el don del Espíritu. Un detalle que sugiere que cada vez que se está en oración, es decir, cara a cara con Dios (como dice Santa Teresa de Ávila), es posible experimentar el Espíritu Santo. Orar es volver a Él, estar con Él: es como la “respiración” de quienes somos hijos de Dios gracias al bautismo. Sólo en la oración podemos alimentar nuestra vida de hijos y escuchar: "Tú eres el amado", "Tú eres importante para mí".

El amado del Señor

En Jesús, el Hijo amado del Padre, cada uno de nosotros es "el amado del Señor", en quien Dios ha puesto su predilección, su alegría. Esto es cierto para mí, pero es cierto para todos los hermanos y hermanas. Independientemente de nuestra condición de pecadores.

En el bautismo se renueva el acontecimiento navideño: Dios desciende, nace en mí para que yo renazca en Él como una criatura nueva. Pero esta "vida nueva" (cfr. Is 43,19) debe ser testimoniada para que -como Jesús dijo de sí mismo: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn 14,9)- los que nos encuentren puedan decir: "en ti veo a Jesús". Humanamente imposible, ciertamente, pero "nada es imposible para Dios" (Lc 1,37). 

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