Evangelio del día
- Santuario San Judas Tadeo

- 18 nov
- 3 Min. de lectura
18 de Noviembre
PRIMERA LECTURA

Llegamos a Roma.
Del libro de los Hechos de los Apóstoles: 28, 11-16. 30-31
Al cabo de tres meses, nos embarcamos en un navío que había permanecido en la isla durante el invierno; era un barco alejandrino que tenía la insignia de Cástor y Pólux. Hicimos escala en Siracusa, donde permanecimos tres días. De allí, bordeando la costa, llegamos a Regio. Al día siguiente se levantó un viento del sur y en dos días llegamos a Pozzuoli, donde encontramos a unos hermanos que nos invitaron a permanecer una semana con ellos. Luego llegamos a Roma.
Los hermanos de esta ciudad, informados de nuestra llegada, nos salieron al encuentro y nos alcanzaron a la altura del Foro de Apio y en las Tres Tabernas. Pablo, al verlos, dio gracias a Dios y se sintió reconfortado.
Cuando llegamos a Roma, se le permitió a Pablo vivir en una casa particular, con un soldado de guardia.
Dos años enteros pasó Pablo en una casa alquilada; allí recibía a todos los que acudían a él, predicaba el Reino de Dios y les explicaba la vida de Jesucristo, el Señor, con absoluta libertad y sin estorbo alguno.
Palabra de Dios. R. Te alabamos, Señor.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 97
R. El Señor nos ha mostrado su amor y su lealtad.
• Cantemos al Señor un canto nuevo,
pues ha hecho maravillas.
Su diestra y su santo brazo
le han dado la victoria. R.
• El Señor ha dado a conocer su victoria
y ha revelado a las naciones su justicia.
Una vez más ha demostrado Dios
su amor y su lealtad hacia Israel. R.
• La tierra entera ha contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Que todos los pueblos y naciones
aclamen con júbilo al Señor. R.
• Cantemos al Señor al son del arpa,
suenen los instrumentos.
Aclamemos al son de los clarines
al Señor, nuestro rey. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
R. Aleluya, aleluya.
Señor, Dios eterno, alegres te cantamos, a ti nuestra alabanza. A ti, Señor, te alaba el coro celestial de los apóstoles. R.
EVANGELIO
Mándame ir a ti caminando sobre el agua
Del santo Evangelio según san Mateo: 14, 22-33
En aquel tiempo, inmediatamente después de la multiplicación de los panes, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca y se dirigieran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Después de despedirla, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba él solo allí.
Entre tanto, la barca iba ya muy lejos de la costa, y las olas la sacudían, porque el viento era contrario. A la madrugada, Jesús fue hacia ellos, caminando sobre el agua. Los discípulos, al verlo andar sobre el agua, se espantaron y decían: “¡Es un fantasma!”. Y daban gritos de terror. Pero Jesús les dijo enseguida: “Tranquilícense y no teman. Soy yo”.
Entonces le dijo Pedro: “Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua”. Jesús le contestó: “Ven”. Pedro bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua hacia Jesús; pero al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, comenzó a hundirse y gritó: “¡Sálvame, Señor!”. Inmediatamente Jesús le tendió la mano, lo sostuvo y le dijo: “Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?”.
En cuanto subieron a la barca, el viento se calmó. Los que estaban en la barca se postraron ante Jesús, diciendo: “Verdaderamente tú eres el Hijo de Dios”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti, Señor Jesús.
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